31 de enero de 2014

Corro

Veo desde la terraza en la loma verdísima del parque un grupo de niños y adultos que se alejan cogidos de las manos. Manitas de niño en manos de adulto en un corro de risas nerviosas que se desplaza, adentro, afuera, arriba, abajo, y los niños tienen que correr más porque sus piernas son más cortas, pero con las risas no pueden y los adultos los levantan en volandas y los arrastran, cada vez más rápido, como un carrousel borracho porque los niños están borrachos de risa y velocidad, sus piernas arrastradas hacia atrás por la inercia, el pelo de sus cabezas arrastrado hacia atrás, sus mejillas temblorosas como las de los atletas en cámara lenta, los niños ya no pueden reír, dejan de reír y se callan, todo es velocidad, viento en la cara, tampoco los adultos ríen ya, ni siquiera oyen a los adultos ni ven el suelo bajo sus pies o la ciudad alrededor, no ven nada, sólo giran y giran en el corro y el viento no los deja llorar.

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